
Este proyecto se viene trabajando hace 10 meses, donde se realizó una estandarización de la producción para que la calidad de estos abonos se mantenga en el tiempo
La Investigadora Máster Asociada, Diana Beatriz Sánchez López, y el Profesional de Apoyo a la Investigación, Carlos Andrés Espitia Romero, del Centro de Investigación Turipaná, desarrollaron el protocolo de elaboración de abono orgánico vegetal a partir de subproductos agroindustriales suplementados con microorganismos en el marco del proyecto “Implementación de tecnologías para el desarrollo agroindustrial del ñame cultivado en el departamento de Bolívar” en convenio con la Universidad de Cartagena (convocatoria 006-2019 SGR – FONDO DE CTI).
Este protocolo se trata de un documento con un lenguaje accesible que contiene información técnica relevante para la elaboración de abonos a partir de subproductos agroindustriales, con el objetivo de ser entregado a los agricultores. Este abono se produce mediante la técnica del compostaje, que es un proceso biológico que se produce en condiciones aeróbicas, en las que es necesario el oxígeno, y una correcta relación Carbono/Nitrógeno, humedad y temperatura, lo que se consigue que los restos orgánicos vegetales se conviertan en un material homogéneo y apto para las plantas.
Esta actividad se viene trabajando desde hace 10 meses, donde se realizó una estandarización de la producción para que la calidad de este abono se mantenga en el tiempo y permita el aporte de nutrientes al suelo, incremente la retención de humedad y mejore la actividad biológica. Con ello, se aumenta la fertilidad del suelo, y, por tanto, su productividad. Diana Beatriz Sánchez López, menciona que “el uso de este abono orgánico permitirá a los agricultores producir alimentos más sanos, de mejor calidad y a menor costo, lo que contribuirá a la seguridad alimentaria de sus familias y comunidades”.
En aras de vincular al productor, de garantizar la adopción de la tecnología desarrollada y de que fuese un trabajo colaborativo, el protocolo fue articulado e implementado en predios de los miembros de la Asociación Municipal para el Desarrollo Sostenible de los Pequeños Agricultores de San Jacinto Bolívar – ASOMUDEPAS. Esta asociación ha logrado posesionarse como una organización que trabaja procesos de producción sostenible, promoviendo la conservación y protección del medio ambiente. Se creó en 2003 y consta de 23 productores constituida legalmente, sin ánimo de lucro y se ha convertido en una organización fuerte y con capacidad de gestión, donde en su mayoría de integrantes son mujeres cabeza de familia y personas de la tercera edad.
Para este caso, los miembros de la asociación desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de la estandarización del abono orgánico y, guiados por los investigadores de AGROSAVIA, siguieron el proceso paso a paso para lograr un producto final de calidad. Carmen Julia Rodríguez Correa, representante de la Asociación, expresó sentirse complacida con el proyecto y valora positivamente el trabajo realizado con AGROSAVIA, ya que “ha sido una experiencia enriquecedora al desarrollar este tipo de abono suplementado con microorganismos”. En la segunda fase del proyecto se evaluará el efecto de la aplicación de abonos orgánicos en el crecimiento vegetativo del cultivo del ñame. Por lo tanto, “estas estrategias de fertilización disminuirían el impacto sobre el medio ambiente, aumentando las condiciones del suelo y beneficiando al productor” agrega Sánchez López.
El abono orgánico cumple con la norma Técnica Colombiana NTC 5167, libre de patógenos como Salmonella spp., huevos de helmintos viables y Coliformes totales <1000 UFC/g como producto final, esto se hace necesario para garantizar la calidad de estos abonos y no generar contaminación cruzada a los alimentos y finalmente a los consumidores. Además, cumple con los parámetros químicos Fósforo (P2O5), Cenizas, Nitrógeno (N), Potasio (K2O), Contenido de Humedad Carbono Orgánico Oxidable (CO), Capacidad de Retención de Humedad, Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC), pH, Conductividad Eléctrica (C.E.) y Relación Carbono/Nitrógeno (C/N). Asimismo, fue realizada la prueba de fitotoxicidad más común utilizada que es la prueba de germinación.
Con esta forma de trabajo articulado entre productor, investigación, ciencia y academia, los agricultores incrementaron su creatividad y se sintieron motivados a participar de las diferentes labores en equipo. Además, que evidencian de que el producto obtenido es de buena calidad y lo pueden desarrollar de forma autónoma en sus parcelas.